jueves, 16 de febrero de 2017

Biografía de Blas de Otero


Biografía

Blas de Otero Muñoz nace en Bilbao el 15 de marzo de 1916. Un mes antes había muerto en Nicaragua Rubén Darío, y Juan Ramón Jiménez tenía a punto su Diario de un poeta reciencasado. Como si la naturaleza no quisiera dejar vacíos poéticos, estos dos poetas son las voces más persistentes en la formación y en la obra del futuro escritor bilbaíno.
Estamos en plena guerra del 14, aquella que permitió a la burguesía española realizar pingües negocios al amparo de la neutralidad, sobre todo en la industria de los metales. Así acrecentó su fortuna en estos años el padre del poeta, aunque también sufrió las consecuencias de la depresión económica que acabó en 1929 con los sueños de los “felices veinte”.
Nieto de un capitán de la Marina Mercante y de un famoso médico, diez años le duró a Blas de Otero su infancia de niño rico. Una institutriz francesa (la Mademoiselle Isabel del poema) cuidaba de los tres hijos de la familia, sobre todo del pequeño Blas, su preferido. A los siete años ingresa en el colegio de Doña María de Maeztu, en cuya cálida enseñanza aprende las primeras letras, pero pronto es arrancado de ese refugio para empezar el Preparatorio e Ingreso de Bachillerato en un austero colegio de jesuitas (“yo no tengo la culpa de que el recuerdo sea tétrico”, escribirá más adelante).
En Bilbao se sintieron muy pronto los primeros golpes de la depresión posbélica. En un intento de recuperar su fortuna, el padre se traslada con toda la familia a Madrid en 1927. Allí va a descubrir el niño la libertad de las calles madrileñas, los amores infantiles y, siguiendo una vieja tradición familiar, recibirá lecciones de toreo en la Escuela Taurina de Las Ventas. En el Instituto Cardenal Cisneros recibe su título de Bachiller. La muerte de su hermano mayor en plena adolescencia, y dos años más tarde la del padre, amargado por la ruina total, determinan su futuro (“iba a estudiar Letras, pero un hermano que murió a los dieciséis años había iniciado ya Derecho y mi familia me animó a ocupar su lugar”). Lo que Blas de Otero pagó por “ocupar el lugar de otro” fue aprendiéndolo y sufriéndolo a lo largo de toda su vida.
Quince años tiene el poeta cuando regresa a Bilbao con su madre y sus dos hermanas. Sobre él recae principalmente, como único varón, la responsabilidad de rehacer la maltrecha economía familiar. A este desvío vocacional seguirán años de renuncias hasta conseguir el título de abogado, mientras oculta las dificultades de la familia en el círculo de amigos que le rodean, todos muy cercanos al ambiente religioso de los jesuitas. En el periódico El pueblo Vasco,él es “el Poeta” que dirige la página “Vizcaya escolar”, voz orgánica de los estudiantes católicos en 1935; publica poemas y gana su primer premio de poesía en el Centenario de Lope de Vega. Su personalidad parece escindida entre el abogado que debe ser y el poeta que es. Así lo advierte el reducido núcleo de sus más íntimos, con los cuales comparte recogidas sesiones de música y la admiración por Juan Ramón, verdadero mentor poético de estos jóvenes, con los que el poeta moguereño mantiene frecuente correspondencia y hasta llega a dedicarles La estación total con las Canciones de la nueva luz. Su poesía, junto con la de los clásicos y los primeros libros de la generación del 27, son las lecturas habituales de las tertulias.
La Guerra Civil le sorprende con la carrera de Derecho recién terminada. Se incorpora a los batallones vascos como sanitario y, cuando las tropas del general Franco entran en Bilbao, es enviado al frente de Levante. Acabada la guerra empieza a trabajar como abogado en una empresa metalúrgica vizcaína.
Escribe crítica musical y de pintura para el periódico Hierro y sigue publicando sus poemas. Dos de estas publicaciones tienen un amplio eco en la prensa del norte, “Cuatro poemas” y Cántico espiritual, éste último resultado del recital que el grupo Alea organiza en el Ateneo en conmemoración del IV Centenario de San Juan de la Cruz. Estos  poemas descubrenla tensión anímica que el joven soporta al ejercer una actividad profesional que hipotecaba su auténtica vocación, la creación poética, sacrificada a lo que él considera sus obligaciones filiales. Después de madura reflexión abandona la fábrica y en noviembre de 1943 se traslada a Madrid para estudiar Filosofía y Letras, carrera que consideró la más apropiada para satisfacer, al mismo tiempo, sus deberes familiares y su voz interior. En Madrid entra en contacto con los principales poetas que entonces recibían el magisterio de Dámaso Alonso y de Vicente Aleixandre.
Pero el deber le llama de nuevo desde Bilbao al recibir la noticia de la grave enfermedad de su hermana, lo que le obliga a abandonar el curso ya empezado. El sacrificio supera lo soportable para un equilibrio mantenido a  duras penas en lucha tan tenaz por la propia autorrealización, y sufre una crisis depresiva. Decide ingresar en un sanatorio, pero aquellos métodos curativos no logran acomodar y reducir su rebeldía.
Durante varios años Blas de Otero vive en el retiro de su casa y no aparece públicamente hasta que la revista Egan incluye en su primer número (verano de 1948) once de sus poemas con el título de “Poemas para el hombre”. Son el germen de Angel fieramente humano, libro donde resolverá literariamente la transformación que en él se había producido durante la crisis de 1944-45. En medio de la soledad y de angustiosas dudas, su catolicismo ortodoxo, su fe y sus creencias se resquebrajan definitivamente, pero el hombre que sale de este encierro es ya un hombre distinto, dispuesto a vivirse solo en su autenticidad de poeta.
Su entorno social, sin embargo, no ha variado, y es bien sabido que la burguesía fija sus estrictas normas y ampara solo a quien se doblega a ellas. Los deberes religiosos y los familiares, los amores, la profesión, constituyen un todo indisoluble que no permiten que la ruptura del inadaptado pueda ser parcial. No hay elección posible, o salvarse perdiendo cuanto había constituido su vida anterior, o perderse y aceptar la norma establecida.
Desde 1947 Blas de Otero escribe febrilmente los poemas de su rebelión salvadora, aquellos que formarán Ángel fieramente humano, Redoble de conciencia y Ancia. Al primero se le niega el premio Adonais de 1949 por razones extraliterarias, a pesar de admitirse que era el libro de mayor calidad poética entre los presentados. Al ser publicado el libro, el nombre de su autor salta a la prensa de toda España como el poeta más auténtico y original surgido en aquellos años, impresión que se confirma al año siguiente con la aparición de Redoble de conciencia (1951). Poeta bronco poseedor de un dominio sorprendente de la lengua poética, destaca en medio del panorama un tanto monótono de la poesía de esa época.
El año 1952 es crucial para la vida y la obra de Blas de Otero. Por primera vez sale de España. En París entra en contacto con los exiliados españoles comunistas y, a través de sus lecturas y las conversaciones, asume la interpretación marxista de la historia que dibuja una futura sociedad donde reine la armonía, basada en la justicia y la dignidad para todos. Este humanismo utópico le entusiasma y le empuja su voz a un ideal de justicia y solidaridad, emprendiendo una tarea generosa tan inmensa que pueda disculpar la traición a los suyos, además de responder a una necesidad histórica. Ahora ha encontrado la justificación moral a su oficio de poeta, haciendo de la estética la más excelsa ética. Es la realidad la que se le impone con fuerza avasalladora y le impele a encontrar formas poética adecuadas para los nuevos temas.
Blas de Otero residió en París algo menos de un año y, de regreso a España, confiesa con cierta ironía: “París me pareció maravilloso e insoportable”. Desea conocer a fondo a las gentes y las tierras de España, que tan hondas huellas dejarán en su poesía. Para ello viaje en el verano de 1954 por las tierras altas de la meseta castellana y de aquí van saliendo los poemas que nombran los pueblos, las esbeltas espadañas, el rostro curtido de los campesinos. Voz de las gentes sencillas que resuena a través del Cancionero y el Romancero tradicionales, en los que Otero encuentra la poesía más decantada y pura, viva aún en el pueblo, protagonista  a la vez que conservador de la tradición oral.
Desde su vuelta de París Blas de Otero se ha dedicado sólo a la poesía. Vive en Bilbao con su madre y la hermana mayor, que ha tomado a su cargo la responsabilidad del hogar materno. Las conferencias y recitales que da por toda España y la publicación de sus poemas en diversas revistas son sus únicos ingresos, lo que vuelve a plantear el conflicto de siempre entre su vocación y la necesidad de contribuir a la economía familiar.
No era fácil escribir en un país que imponía el silencio a un hombre cuya historia personal y poética corría paralela a la historia de su patria oprimida bajo la dictadura. Cuando intenta publicar un libro al que titula significativamente Pido la paz y la palabra, tropieza con la prohibición de la censura: la palabra ha de ser enmascarada, la paz se ha convertido en un vocablo subversivo. Por fin, salen a la luz estos poemas donde ha tenido que sustituir algunas palabras por otras inofensivas para la dictadura: “dios” se transforma en “sol”, “falanges” se convierte el “alángeles”. Lo que significó Pido la paz y la palabra en la poesía de la mitad de los cincuenta queda patente en las noticias de los periódicos, que lo aclaman como uno de los títulos míticos de la poesía contemporánea y el de mayor repercusión en el extranjero.
De 1956 a 1959 Blas de Otero reside en Barcelona y se integra en los círculos de los intelectuales catalanes. Tras inútiles luchas con la censura para publicar En castellano, donde había ido reuniendo los poemas posteriores a Pido la paz y la palabra, su amigo Puig Palau le aconseja reeditar los dos libros de la etapa existencial en un solo volumen, completado con otros poemas de la misma época. El resultado es Ancia, que recibirá al año siguiente el Premio de la Crítica 1958. Estos poemas, sin embargo, no se libran tampoco de los ataques de la censura, más rigurosa ahora que en los años cincuenta, pues elimina versos de Ángel y de Redoble ya publicados en las primeras ediciones de ambos libros. En febrero de 1959 participa en el homenaje a Antonio Machado en Colliure y días más tarde en el de la Sorbona, representando en esta Universidad a todos los escritores españoles.

La insalvable barrera de la censura española le obliga a publicar en la capital francesa En castellano con el título Parler clair, en edición bilingüe. Estos poemas retratan a un poeta comprometido cívicamente con la libertad y también a un hombre en busca de la felicidad propia, por ello se mezclan ambos temas en la edición de En castellano. Se ha dicho que éste es el libro más político del escritor vasco, y puede serlo si atendemos a que en él se denuncia, sin disfraces, una situación política, pero al mismo tiempo es también el libro donde el dolorido sentir aparece desnudo.

Entre 1960 y 1964 comienzan los largos viajes del poeta a los países donde ha triunfado la revolución socialista. Primero a la Unión Soviética y China, invitado por la Sociedad Internacional de Autores, luego a Cuba. Blas de Otero intenta conocer de un modo directo la realidad de aquellos países donde las masas habían asumido un papel protagonista. El desconocimiento de la lengua puede ser la causa de que existan pocos poemas en su obra donde se retraten los países del Este. No hay en ellos notas ideológicas sobre el socialismo, aunque sí la esperanza de que el pueblo soviético sea el artífice de la paz; lo que se refleja es el paisaje de esos países, su música, sus danzas (“Birmania”, “Un veintiuno de mayo”). Es la patria lejana la que el poeta escucha resonando en lo lejanos mares de China, y estos poemas escritos fuera de España son un intento de retenerla en la memoria.
A finales de 1961 intenta publicar Blas de Otero el nuevo libro Que trata de España, pero la censura elimina casi la tercera parte de los poemas. A pesar de tan feroz recorte, decide editarlo en Barcelona tal y como se le permite, para no ser infiel a un título que habla de España y para los españoles y que solo hubiera podido editarlo completo fuera de la patria. De inmediato contrata la publicación del libro –esta vez sin recortes- en Francia, aunque parte importante de los poemas censurados aparecen previamente en su antología Esto no es un libro (Puerto Rico, 1963).
En estos  años se le concede el Premio Fastenrath, de la Real Academia Española, y el Internacional Omegna Resistenza. En el otoño de 1963 se traslada a París para la presentación de Que trata de España, acto que – dada la situación política española- se convierte en un  multitudinario rechazo de la dictadura.
En la capital francesa, a principios de 1964, recibe una invitación para viajar a Cuba como jurado del premio de poesía “Casa de las Américas”. En este viaje espera comunicarse directamente con el pueblo cubano – que en esos años vivía una revolución popular-, y paliar así las dificultades que tuvo para conocer la realidad soviética y china a causa del desconocimiento de su lengua. En las prosas de Historias fingidas y verdaderas, escritas durante su estancia en el Caribe, queda constancia de que Otero ha abierto bien los ojos y ha visto a un pueblo alzándose como protagonista de su historia, pese a que no deja de advertir ciertos recortes a la libertad, “lo tal vez evitable” que a media voz escribe el poeta.
De Cuba vuelve a Madrid el 28 de abril de 1968. Trae el manuscrito de unas bellísimas prosas, una gran admiración por el pueblo cubano y la experiencia malograda de un breve matrimonio (“no me pesa el amor, pésame el monte/ del desamor: alrededor la muerte).
Pero la muerte no es ahora una metáfora, como en sus libros existenciales, sino una amenaza real. En La Habana le han descubierto un tumor canceroso del que es operado nada más llegar a España. Conociendo la gravedad del diagnóstico, Blas de Otero acepta con serenidad su destino. Si en Cuba ha escrito desde 1966 a 1968 las prosas poéticas de Historias fingidas y verdaderas, la posibilidad de  la muerte empuja ahora febrilmente su pluma y nacen numerosos poemas que constituirán el núcleo de un futuro libro, Hojas de Madrid.  Once años le quedan aún de vida contra todos los pronósticos. Años de fecunda poesía y felicidad inesperada. En aquellos terribles días que siguieron a la operación, cuando todos los caminos se cerraban, vuelve el poeta a encontrar un amor que parecía definitivamente perdido: la novia del Bilbao natal. Juntos de nuevo y ya para siempre fijan su domicilio en Madrid, y en esta ciudad prepara el poeta varias antologías (Expresión y reunión, País, Verso y Prosa, Todos mis sonetos, Poesía con nombres), reedita sus libros, algunos por primera vez en España, como En castellano, o la primera edición completa de Que trata de España. Y sigue creando nuevos poemas, los del póstumo Hojas de Madrid, que queda inconcluso, aunque adelanta veinticinco poemas en Mientras (1970) y varios más en cada una de las antologías citadas, en especial en Expresión y reunión (1969).
Durante estos años madrileños vuelve Blas de Otero a sus aficiones predilectas: la música, la lectura, el cine o pasear lentamente “ruando/ como/ un perro en la calle,/ amigo de la calle,/ camarada/ de la calle. Es un hombre que gusta de la compañía de unos pocos amigos y de pequeñas reuniones alrededor de la mesa. No le apetecen los actos oficiales, pero nunca olvida los encuentros con su madre y sus dos hermanas en la casa de Bilbao. Recorre en cortos viajes las tierras de España, Portugal e Inglaterra y acompaña a su mujer, profesora de literatura, en los cursos de verano de Santander y San Sebastián. Participa en los grandes acontecimientos políticos y tiene la alegría de asistir a la llegada de la libertad – que tantas veces había inspirado su pluma- y de recitar sus poemas durante la campaña electoral que inauguró la democracia en España.
La muerte le llega por sorpresa en Majadahonda el veintinueve de junio de 1979, pocos meses después de haber cumplido sesenta y tres años. Una embolia pulmonar pone fin de súbito al combate que venía sosteniendo desde hacía un mes con sus bronquios enfermos.

Propuesta de solución a EL ESPECTÁCULO DE LOS SELFIES


Tema:
Crítica al abuso creciente de los selfies 

Resumen: Muchos turistas  se pasean por el palacio de La Alhambra pendiente de hacerse infinitos selfies  sin atender a las obras de arte que los rodean. El nuevo  bastón no ha hecho más que mejorar, multiplicar y ponerse  de moda. Es la expresión de la nueva civilización, preocupada por un rabioso individualismo y desafecta de la cultura y de las cuestiones sociales.

Tipología:

      No cabe duda de que estamos dentro del ámbito periodístico por el título tan atractivo que encontramos  (el espectáculo de los selfies), por el tema de actualidad  y de interés social que despierta, por la mención  a una realidad cercana (En un reciente viaje) y por el léxico moderno que utiliza (selfies, móvil, etc.).
      En cuanto a la tipología es un texto más argumentativo que expositivo. La tesis la encontramos al final (los selfies son la manifestación del egocentrismo imperante) y es, por tanto, inductiva. Los argumentos que se utilizan son los propios de la experiencia personal (la anécdota) y de autoridad (la novela de Kundera). Hay una parte descriptiva y narrativa, la anécdota, que está al servicio de la argumentación.
       En lo referente al género, lo podemos enmarcar dentro de los de opinión, más concretamente un artículo de opinión, puesto que encontramos la referencia a la primera persona (me perdía, recordé, etc.), un léxico valorativo (egocentrismo, autocomplacencia, perpleja), un plural inclusivo (el nosotros) y la significativa firma de su autora.
       Las funciones que predominan son la expresiva, muestra de la opinión de su autor, y la apelativa, que busca convencer al lector. El nivel de registro lenguaje es  estándar, el propio de los medios de comunicación.

3) La subjetividad en el texto

La subjetividad se corresponde con la función expresiva del texto, es decir, la opinión. Como expresión de ello,  en este texto tan subjetivo encontramos las siguientes manifestaciones:

Uso de la 1ª persona: me perdía, recordé, etc.
vocabulario valorativo en sustantivos (egocentrismo, autocomplacencia, uniformidad,  insignificancia, banalidad), adjetivos ( perpleja, malvada, etc.)
Metáforas: filigrana, magia, etc.
sufijos afectivos (jovencita, espejito).
Orden subjetivo de la oración. Poco le importaba...
Marcadores valorativos: por supuesto, como una turista más
Interrogación retórica que busca afirmar de manera retórica usando una pregunta: ¿Cómo olvidarlo.....?
Plural inclusivo para car muestras de su acercamiento a los lectores (el nosotros, nosotros mismos)
Uso de cursiva: selfies
hipérbole: infinidad de veces.
Metáforas: ombligo
Paralelismo: Poco importaba..., poco importaba, Me la encontraba en, me la encontraba en...
Oraciones tajantes. Mirarse al ombligo: egocentrismo, autocomplacencia



A)
            El texto se encuentra en el acto I de la obra dramática La casa de Bernarda Alba, terminada de escribir  por Federico García Lorca en 1936, justo dos meses antes de que fuera fusilado. Para unos es un drama rural y para otros una tragedia. Se trata del momento  en que  Adela se ha enterado de  que Pepe el Romano se va a casar con Angustias, justo cuando se había puesto un vestido verde que respondía a un momento de felicidad y libertad, La frustración que se lleva le mueve a rebelarse contra todas sus hermanas, las cuales parecen resignarse al destino que la madre les ha impuesto. Es el principio de la disidencia, materializada en el color verde del vestido que rompe el luto impuesto por ocho años por la madre, y el deseo de salir a la calle, prohibición obsesiva también de Bernarda. 

            No estaba acostumbrado el público de entonces a escuchar de boca de las mujeres frases tan sinceras y valientes relativas  a la condición femenina y a sus deseos. Rompía Lorca con el teatro comercial que venía representado por la comedia burguesa de Jacinto Benavente (Los intereses creados), caracterizada por el conservadurismo estético e ideológico. Algo tuvo que ver el viento revolucionario que la República estaba alentando, al que Lorca no fue ajeno.

     Desde el punto de vista de la producción dramática esta obra supone el punto de máxima madurez de un dramaturgo que ha evolucionado desde las farsas y el teatro de títeres de La zapatera prodigiosa (1921) y Don Perlimplin con Belisa en su jardín (1928), pasando por el teatro más vanguardista de El público (1930) y Así que pasen 5 años (1931), fruto de su viaje a Nueva York y Cuba, hasta llegar a la gestación de Bodas de sangre (1933),Yerma(1934), Doña Rosita la soltera(1934) y La casa de Bernarda Alba (1936).  Excepto Doña Rosita la soltera, las otras tres se pueden considerar tragedias.


El contexto de La casa de Brnarda Alba


     La Generación del 98 había denunciado los males de España pero no había conseguido corregirlos porque sus críticas apenas habían tenido repercusión política. El analfabetismo, la mala distribución de las rentas y las tierras, la necesidad de europeizarse y la transformación de la educación eran temas pendientes. Durante el periodo de entreguerras, 1914-1936, España, al principio, con su neutralidad durante el periodo de la Primera Guerra Mundial, consiguió cierto grado de prosperidad con el aumento de las exportaciones a los países  beligerantes, beneficio que fue a parar a manos de los burgueses en detrimento del proletariado, lo cual produjo  la presión de los sindicatos obreros y del nacionalismo catalán. Ese descontento dio lugar a la crisis de 1917 que aceleró  el fin del sistema de alternancia de partidos. La inestabilidad política y social, añadida  al fracaso de las campañas militares en África,  desembocó en 1930 en la dictadura de Miguel Primo de Rivera que, si bien templó los ánimos y consiguió ciertos éxitos económicos, no logró crear un sistema político estable. La dictadura terminó voluntariamente en 1930 y, dio paso, un año más tarde a la proclamación de la Segunda República en 1931 - 1936,. Este periodo fue altamente revolucionario para el País  y se vio tristemente truncado por el golpe de estado de Francisco Franco, que dio paso a una represiva guerra civil.
    Desde el punto de vista cultural, los años de entreguerras fueron un periodo de una actividad tan intensa que dio lugar a la generación del 14 (Ortega y Gasset, Ramón Gómez de la Serna) y a la Generación del 27. (Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Alberti, Lorca, Cernuda, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, etc.) Todos se embarcaron en travesías distintas pero partiendo del afán de innovación que perseguían colectivamentes.  Convivieron con todas las vanguardias y movimientos europeos (Dadaísmo, Creacionismo, Ultraísmo, Surrealismo o Superrealismo). Los años veinte fueron años de experimentación y vanguardismos. Sus componentes vivieron bastante ajenos a las cuestiones sociales y a la dictadura. Fueron unos años de especial relieve  cultural en todos los campos desde músicos como Manuel de Falla o Joaquín Turina; pintores como Pablo Picasso, Juan Gris, Salvador Dalí o Joan Miró, escultores como Mariano Benlliure; cineastas  como Luis Buñuel;  intelectuales  como José Ortega y Gasset, Américo Castro o Claudio Sánchez Albornoz y eminentes científicos como Santiago Ramón y Cajal. 

            Gran parte de la aparición de un elenco tan singular  se lo debemos a la Residencia de Estudiantes de Madrid, institución laica que reunió y potenció a muchos de ellos. Lorca podría ser un ejemplo de lo que decimos: allí convivió con Luis Buñuel y Salvador Dalí. La trayectoria literaria de Lorca fue muy cambiante: pasó del neopopularismo al surrealismo en poesía; de la farsa al teatro vanguardista de la época de su viaje a Nueva York y Cuba (1929) para terminar, por exigencia lógica de los tiempos políticos, en su trilogía trágica (Bodas de sangre,1933; Yerma,1934 y La casa de Bernarda Alba, (1936), terminada de escribir un mes antes del golpe de estado.


Comentarios a los textos de la selectividad de "El árbol de la ciencia"

“Andrés Hurtado, los primeros días de clase, no salía de su asombro. Todo  aquello era demasiado absurdo. Él hubiese querido encontrar una disciplina fuerte y al mismo tiempo afectuosa, y se encontraba con una clase grotesca, en que los alumnos se burlaban del profesor. Su preparación para la ciencia no podía ser más desdichada.”

                Corresponde este fragmento a la primera parte de una novela de 7 titulada "El árbol de la ciencia", de Pío Baroja (san Sebastian, 1872-Madrid, 1956). La obra fue publicada en 1911 y  el tiempo de ficción transcurre en los años previos al desastre de Cuba y momentos posteriores, hecho mencionado  en la propia novela.  Es la tercera novela de la trilogía de La raza, compuesta por La dama errante (1908), La ciudad de la niebla (1909)y la novela que nos ocupa. Para entonces Baroja era un consumado escritor de novelas. Había escrito17. Su protagonista es un  estudiante de Medicina que va a iniciar  su carrera en Madrid y va experimentando una serie de decepciones y desencantos mientras quiere encontrar un sentido a la vida. En este sentido podemos decir que es un trasunto de la vida de Baroja. Cuando más tarde publique sus memorias, lo hará repitiendo muchos fragmentos de esta novela.

                En el texto vemos el despertar del protagonista a la Universidad, en el cual se  puede constatar la desidia y abandono en que se halla esta, con el consiguiente desprestigio de sus profesores. Fue este uno de los motivos de reflexión de los componentes de la Generación del 98, quienes perseguían denunciar la situación de extrema decadencia en que se hallaba la cultura y la educación en el país. En el fragmento podemos encontrar la palabra "ciencia", que también aparece en el título del libro. Para su autor esta no daba explicaciones al sentido de la vida(Todo aquello era demasiado absurdo) y, ante esa tesitura, solo cabía entregarse al torrente de la vida sin reflexión ninguna o alcanzar la ataraxia, una especie de alejamiento o distanciamiento de la vida en el que sólo  hay espacio para la compasión frente a los que sufren, teoría del filósofo alemán Schopenhauer, del que Baroja era claro seguidor. En el fragmento se pueden en­contrar muestras del estilo de Baroja: oraciones simples o compuestas sin mucha complejidad que intentan, en pocas líneas, describir el carácter y las situaciones de la novela. Las partes se dividen en pequeños capítulos que, de manera fragmentada, van componiendo un puzzle entretenido y vivo.

Anexo:
Contexto, social, cultural y literario y características de la Generación del 98

                El año 1898 es conocido como “el desastre”. Las guerras coloniales que se iniciaron en 1895 terminaban con la derrota española. Fue el colofón a una época de decadencia social y política  llamada  Restauración, donde el bipartidismo, la compra de votos estaban enquistados. A ello hay que añadir el altísimo porcentaje de analfabetismo, pobreza y falta de desarrollo social de la burguesía. Por el Tratado de París de aquel mismo año, España se vio obligada a desprenderse de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, las últimas posesiones del viejo Imperio español. Ese año fue un duro golpe para el país. La gente más sensible y crítica se dio cuenta de su extrema debilidad y buscaron las causas de esta situación. Estos hechos dieron lugar a una época donde la renovación fue obligada y se hizo evidente la decadencia de la monarquía. La sociedad española asumió un papel fundamental ante los cambios y se vio representada por un movimiento cultural (literatura, ciencia, historia, entre otros) llamado Generación del 98. El ambiente que se palpaba en la época era de descontento porque la población vivía en un entorno atrasado y miserable. Esta situación ayudó a que un grupo de intelectuales reflexionara sobre las causas de la decadencia y, cómo no, buscaran soluciones. Se sentían muy afectados por la crisis de valores de finales de siglo. Este grupo llamado generación del 98 lo comprenden un conjunto de escritores, pensadores, científicos, artistas… que lucharán por la regeneración moral, social y cultural del país. Estos escritores toman una actitud ante el problema. Buscan el conocimiento de España viajando por ella, describiendo los campos, las ciudades, los viejos monumentos, para intentar recrear literariamente la historia del país. No se conforman con un acercamiento sin más al paisaje, es un acercamiento bello, claro.
                El concepto de Generación del 98 es una creación  tardía de Azorín plasmada en unos artículos  de 1913 y luego discutida incluso por algunos de sus miembros, como Pio Baroja. Sin embargo, con el tiempo  se ha convertido en una denominación afortunada, que abarcaría a los que en un principio se denominaron el Grupo de los tres -Azorín, Baroja y Ramiro de Maeztu, que publicaron un manifiesto en 1901, en el que daban cuenta de la descomposición moral de la sociedad y la desorientación de la juventud, a los cuales se añade Unamuno, y posteriormente Valle-Inclán y Antonio Machado, que no habían compartido las inquietudes iniciales del grupo:
Nacen en fechas próximas.
Tienen una formación intelectual semejante
Comparten actitudes radicales de inspiración socialista y anrquista
Tienen los mismos gustos literarios.
Tienen a Larra como referente.
Tuvieron preopcupaciones existenciales sobhre el tiempo, el sentido de la vida y de la muerte.
Comparte un ansia de renovación del lenguaje literario.


       Cada uno de ellos buscó innovar en un campo determinado: Unamuno profundizó en los ensayos y experimentó con la novela; Pío Baroja generó un tipo de novelar característico que rompía con la del siglo XIX;  Antonio Machado supo hacer de lo sencillo materia poética y renovó, con su estilo el panorama de la poesía; Valle-Inclán renovó el teatro, la novela y creó el esperpento; Azorín supo darle al ensayo un estilo impresionista e hizo de las descripciones un estilo nuevo basado en los pequeños detalles, etc. todos ellos se caracterizan, como generación,  porque: (Por terminar)



Comentario al espectáculo de los selfies (ambas opciones plantean lo mismo)

Mucha gente utiliza las fotos para dar testimonio de su paso por las ciudades y paisajes que vista. De este modo una foto vendría a ser  la traducción de yo y la Alhambra, yo y el Escorial, yo y los montes Pirineos, etc. Hasta ahora se procuraba que ambos objetos, la persona y el monumento salieran  dando preferencia a la persona a costa de sacrificar el encuadre del monumento.

 Con los selfies se ha conseguido potenciar las caras de las personas y ningunear al monumento. Ahora son las caras de las personas, los amigos, los que ocupan arrolladoramente el protagonismo de las fotos y marginan a extremos insospechados la relevancia de los monumentos o paisajes. Cumplen estos selfies la misma función de certificar su presencia en los lugares tópicos pero con la  diferencia de ofrecer caras infladas por el ojo de pez y anodinas en su reiteración. Debe ser duro asistir en casa de unos amigos a un reportaje fotográfico de un viaje de verano con estos parámetros.

Habrá quien piense que este abuso de los selfies  es inocente, irrelevante y hasta gracioso. Ojalá fuera una moda pasajera que terminara agotada en su reiteración. De lo contrario,  se estaría  ahondando en esa incomunicación global en la que quieren las ideologías sumergir a todas las personas. Sería otra muestra de ese individualismo rabioso que nos quieren imponer al rodearnos de aparatos hechos paradójicamente para comunicarnos. Ya no cabe pedir a una tercer persona que se pare, encuadre y nos fotografíe lo mejor que  pueda para devolverle las gracias y aprovechar su amabilidad para hacer otras preguntas, si es ocasión. Se renuncia a la comunicación humana. Lo mismo que le pasa al presidente Rajoy cuando tiene que hablar con Pedro Sánchez: renuncia a la conversación en presencia  para manifestar su deseo virtual publicándolo  de manera fría y distante en el tablón de Twitter. El mismo caso de  los empresarios que despiden por un whatsapp a un empleado para no tener que pasar el amargo trance de ver a un ser humano en tan dura tesitura.


En definitiva, el yo crece de manera exponencial, tanto que arruina la sociabilidad de las personas y arruina el mundo y la vida; los tapa o los ignora. Los selfies no son  otra  cosa que una manifestación más del egocentrismo global. Todo empezó con un tal Narciso que vio su cara reflejada en la superficie del río. 




Rasgos léxicos

Son muchos los rasgos  semánticos que dan cohesión a este texto. Me limitaré a subrayar los que creo más relevantes  y relacionarlos con el contenido del texto.
·         Para la descripción de la escena inicial de la que parte encontramos nombres concretos: guía, turista, bolso, etc.
·         Para la argumentación necesitamos conceptos abstractos: convivencia egocentrismo, conclusión, etc.
·         Y también nominalización: convivencia, egocentrismo, repetición.
·         Acorde con la descripción de la estampa que recuerda su autora, encontramos el campo semántico de los lugares de la AlhambraPatio de los Leones, salón de los Abencerrajes, sala de las dos Hermanas. Por lo que al tema se refiere, encontramos el del egocentrismo: egocentrismo, autocomplacencia, ombligo (como metáfora).
·         En este mismo sentido, encontramos los consiguientes arabismos: Alhambra, Albaicín, nazarí, etc.
·         Por estar en el ámbito periodístico es lógico encontrar neologismos y anglicismos: selfie
·         Prueba del registro culto encontramos compuestos cultos: telefóno, egocentrismo autocomplacencia.
·         Al recurrir a la argumentación sirviéndose del  principio e autoridad y al de ejemplificación encontramos antropónimos.  Milán kundera, Washington Irwing, Blancanieves.
·         Al ser un artículo de opinión  es comprensible encontrar sufijación afectiva mediante diminutivos: jovencita, espejito.
·         Al hablar de un viaje concreto, está justificado encontrar topónimos: Alhambra, Albaicín, Granada.

·         Etc.


Rasgos semánticos

·     Acorde con el tema tratado es lógico, puesto que se habla de los selfies encontrar el campo conceptual de la fotografía: pantalla, bastones, selfies, perspectiva.
·       También el campo semántico de las salas del palacio de la Alhambra:  Sala de las Dos Hermanas, Salón del abencerraje, Patio de los leones.
·     En el mismo sentido se pueden encontrar familias léxicas como  viaje, viajero/ joven, jovencita.
· Para no ser muy repetitivo encontramos casos de sinonimia correferencial: chica/jovencita; Milán kundera /escritor checo/ bastones, brazos o extensiones.
·     También la sinonimia habitual para evitar la repetición: insignificancia/banalidad
·      Ineludiblemente se dan casos de repetición al girar el texto sobre el egocentrismo y los selfies: ombligo y selfie se repiten varias veces.
·    La denotación se encuentra en los nombres propios de los lugares que visita (Sala de las Dos Hermanas, Salón del abencerraje, Patio de los leones), en los antropónimos de los escritores que menciona, y en la descripción de la escena que sirve de partida para una reflexión.
·  La connotación se encuentra, sobre todo, en el léxico valorativo (complacencia, egocentrismo, insignificancia, banalidad, etc.) y en las metáforas (ombligo, fiesta de la insignificancia). Es la manifestación de la subjetividad de la autora.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Tipología de La anorexia de la lengua




La anorexia de la lengua

            Si la diplomacia europea parece más sutil que la estadounidense se debe a que nuestro continente ha debido atender incalculables conflictos de fronteras, religiones y lenguas. Los norteamericanos nos parecen más toscos por falta de ese ejercicio histórico de la ambigüedad -diplomática o no- que tanta literatura y complicación ha generado.
            Hablar, dialogar, conversar. Casi cualquier cosa parece capaz de resolverse mediante la palabra. Pero se trata de una palabra tan promiscua como susceptible de suscitar un variado sabor. Ésta es la riqueza del lenguaje, el don de la polisemia.
            En el amor, los europeos han practicado mucho el galanteo mientras los norteamericanos son, por lo común, más directos. ¿Sexo? ¿No sexo? Un código de conducta en el Antioch College de Ohio prescribía en 1995 que aquel de la pareja que deseara besar a su partenaire debía confesarle antes su deseo para recibir permiso. La preferencia por lo explícito, el gusto por los templos desvestidos e iluminados, contrasta con las catedrales católicas y sus claroscuros.
            El lenguaje multívoco es centro de la cultura europea. La simplificación que nuestra juventud hace actualmente del lenguaje es una proyección más de la pragmática norteamericana y de la universal cultura pop. Las abreviaturas de los SMS y los e-mail, los emoticones y los grafismos semejantes, evitan dudas. Son tan sencillos como eficaces.
            Del antiguo lenguaje se pasa a un tú a tú. Prácticamente todos los éxitos en la nueva tecnología de la comunicación, desde el iPod a la wifi, han eliminado sonidos o espacios, sintetizado músicas y atrezzos.La tendencia poda las ramas de las oraciones y copia el lenguaje tecnomilitar del "positivo" o "negativo". ¿Empobrecimiento del idioma? ¿A quién le importa? Cualquiera de las aprehensiones que provoca el alud de faltas ortográficas, el decir sincopado o los errores de dicción forman parte del mismo fenómeno de destrucción. El fenómeno que elimina del habla su prosapia, del concepto su irisación y de la emoción numerosas especies vivas.
            De igual manera que en la tradición el sabor evocó el saber, el sabor simplificado de hoy permite concebir un paladar universal. Como la world music o el inglés de mil voces, el español va adquiriendo el carácter de la comida rápida o del low cost y con ello va adelgazando hasta la anorexia apropiada a la inmediatez de su circulación.
                                                                                          Vicente Verdú






La anorexia de la lengua (p. 226 del libro de texto)

tema
La influencia simplificadora de la cultura  americana y  nuevas tecnologías en el castellano
Resumen

Si la diplomacia europea es sutil, la estadounidense es  tosca. Si la lengua europea es polisémica,  la americana es monosémica.  Si los europeos cortejan, los americanos sólo practican sexo.  Si las catedrales europeas son claroscuras, los templos evangelistas son diáfanos y luminosos. El pragmatismo se ha impuesto en Europa, que se ha rendido a la simplicidad americana. El lenguaje lo ha hecho también con los nuevos inventos para comunicarse.  Lo mismo le ha pasado al español.
Tipología:
Podemos decir que estamos antes un texto perteneciente al ámbito periodístico por varias razones:
·         Título llamativo: La anorexia del lenguaje
·         Vocabulario moderno:  iPod, wifi, etc.
·         Tema de relativa  y polémica realidad. El empobrecimiento del lenguaj
·         Está firmado por un columnista habitual de El País.
Su clasificación como texto argumentativo-expositivo se basa en que.
·         Hay una tesis: el español se está empobreciendo por culpa de la influencia de la cultura americana.
·         Una estructura argumentativa: En la primera parte discurre en paralelo y en la segunda es deductiva. Se pasa de la simplicidad como principio generalizado a una consecuencia más concreta: el español se está empobreciendo.
Se utilizan varios tipos de argumentos:
·         De autoridad: el Antioch College de Ohio.
·         Ejemplos históricos y ejemplos sociales actuales.
Tiene una argumentación deductiva: De lo general a lo particular. La simplificación en general ha conducido, entre otras cosas, a la simplificación del lenguaje, y más concretamente del español.
Es un artículo de opinión porque:
·         hay léxico valorativo: promiscua, empobrecimiento,,etc.
·         Conviven el estilo segmentado (¿Sexo? ¿No sexo?) con el estilo cohesionado ( Como la world music……), convivencia propia de este tipo de textos.
·         Extensión muy breve para un tema más profundo, justificado siempre por la falta de espacio.

En cuanto al registro podemos decir que, por lo que se refiere al nivel diastrático, lo tenemos  que clasificar como culto por la amplitud de vocabulario (pragmática, promiscua, explícito, etc.) que maneja. En cuanto al nivel diafásico lo clasificamos como formal puesto que no da paso a ningún coloquialismo. Y a nivel diatópico lo clasificamos como estándar porque no vemos ningún coloquialismo que nos indique la procedencia de su autor.
Por lo que a la función dominante se refiere, podemos decir que es la apelativa puesto que se pretende llamar la atención de los lectores del periódico sobre el peligro que corremos.

En lo que respecta a la finalidad perseguida podemos decir que lo que busca es advertir al lector del peligro que supone la simplificación del lenguaje; por tanto, persuasiva e informativa.